Por Santiago Suárez, Colaborador del Observatorio de Asuntos Humanitarios.
Los atentados terroristas ocurridos el 11 de septiembre del 2001 llevados a cabo por Al Qaeda, produjeron que los Estados Unidos de América dieran un giro en materia de política migratoria. En este trabajo se analizará las tendencias históricas en lo que respecta a la migración de los dos partidos políticos norteamericanos. Se buscará determinar, si tanto el partido demócrata como el republicano, unificaron criterios en base al tema en cuestión con lo ocurrido el 11-s o si siguieron sus tendencias tradicionales.
Los Estados Unidos al igual que todos los países del mundo, ha sido una nación cuya existencia se debe a la migración que es tan antigua como la historia de la humanidad. Debemos remitirnos al siglo XVI para visualizar a los primeros migrantes, que luego serían los fundadores de la nación. Estos eran colonizadores en su mayoría británicos, los cuales lograron asentarse con éxito y comenzaron la creación de colonias. Estas últimas, lograron independizarse de Gran Bretaña el 4 de julio del año 1776 a través del proceso denominado como “Revolución de las trece colonias” y fundar los Estados Unidos de América. A pesar de lograr su existencia y constitución como país debido a la migración, los dos partidos tradicionales norteamericanos se han visto históricamente en disidencia en esta cuestión.
A lo largo de la historia norteamericana el partido republicano, fundado en el año 1854, ha desempeñado un papel en términos de políticas migratorias más que nada de carácter restrictivo. En consecuencia, se lo ha considerado en rasgos generales como antiinmigrante. Dicha postura se ve manifiesta en leyes como: la ley de exclusión China y la ley de impuestos a los inmigrantes, ambas en el año 1882; la ley de cuotas de 1924; la enmienda de 1976 y la Ley de Reforma y Control de Inmigración: Ley Simpson-Rodino que fue en parte impulsada por el senador republicano Alan Simpson. Cabe señalar que, las consideraciones acerca de que el partido republicano estadounidense es anti inmigrante es una generalización y que, en consecuencia, existen excepciones a la regla. A continuación, se explicarán brevemente las leyes mencionadas anteriormente.
La denominada “Ley de exclusión China”, fue aprobada por el Congreso y firmada por el presidente republicano Chester Alan Arthur en el año 1882. Ésta, tenía la finalidad de suspender la inmigración de los trabajadores de nacionalidad China hasta el año 1892 [1]. Cabe destacar que ésta fue la primera ley en la historia del país de carácter restrictivo en términos de política migratoria [2] y tuvo su derogación durante el transcurso de la Segunda Guerra Mundial.
La mencionada “Ley de impuestos” a los inmigrantes también tuvo comienzo bajo el mandato presidencial del republicano Chester Arthur en el mismo año. Fue una iniciativa cuya finalidad respondía a la ampliación de políticas restrictivas destinadas a la migración. Además, ésta vino acompañada de la expansión de las categorías de extranjeros no deseados [1]. Este universo, se amplió para aquellos inmigrantes que podrían resultar una carga pública para el Estado [1].
La “Ley de cuotas”, aprobada en el año 1924, fue impulsada por el republicano Albert Johnson. Tuvo como finalidad la modificación de la “ley de cuotas” de 1921, la cual limitó el otorgamiento de visas a todos los países, con excepción del hemisferio occidental. La ley de 1924, redujo aún más el acceso a las visas para los europeos provenientes del oriente y del sur. En cuanto a los países latinoamericanos y Canadá quedaron fuera de esta disposición numérica. [1]
La enmienda llevada a cabo en el año 1976 bajo la presidencia del republicano Gerald Ford, tuvo la finalidad de reducir los flujos migratorios provenientes de países del continente americano. En consecuencia, se estableció un tope de 20.000 visas anuales para cada país proveniente de esta región [1]. Los límites por hemisferio fueron abolidos por el congreso de los Estados Unidos dos años después de la puesta en marcha de dicha enmienda.
La “Ley de Reforma y Control de Inmigración: Ley Simpson-Rodino” fue propuesta por el senador republicano de Wyoming, Alan Simpson. Cabe remarcar que la impulsó junto con el diputado demócrata, Peter Rodino. Luego de su paso por el Congreso y el Senado recibió la aprobación del Presidente republicano, Ronald Reagan. Esta ley tenía como finalidad acabar con el ingreso de migrantes indocumentados, deportar a aquellos que tengan el status de indocumentados y otorgar la documentación necesaria a aquellos migrantes que estaban trabajando en suelo norteamericano a partir del año 1982 con el propósito de lograr su regularización [1].
El partido Demócrata, a diferencia del republicano, ha tendido en rasgos generales políticas migratorias con tendencias favorables a los migrantes. Algunas de ellas han sido el Programa Bracero iniciado en 1942, la Ley de refugiados del año 1980, entre otros.
El Programa Bracero tuvo sus inicios en el año 1942 bajo la presidencia del demócrata Franklin Roosevelt. Este programa fue un acuerdo binacional que tuvo la finalidad de combatir la escasez de mano de obra provocada por la Segunda Guerra Mundial [3]. Como consecuencia, se permitió el ingreso legal y temporal de un gran número de trabajadores mexicanos para que trabajen en las granjas. Dicho programa tuvo su final en el año 1964 [1].
La “Ley de los refugiados” del año 1980 fue la tercera enmienda que se le realizó a la Ley de inmigración y nacionalidad de 1965, fue firmada por el presidente demócrata Jimmy Carter. Esta Ley, fue la que permitió el reparto de 50.000 visas anuales para los refugiados [1].
Gran parte de la comunidad republicana, incluyendo cierto número de demócratas, basan su política antiinmigrante y racista en el Destino Manifiesto [1]. Éste interpretaba que el nuevo territorio, los Estados Unidos, había sido seleccionado por la divinidad y, en consecuencia, sería el espacio desde donde se impulsarían las principales medidas económicas y políticas a nivel global [1]. En la actualidad, esta ideología señala la superioridad de su cultura por sobre otras, como puede ser la hispana, y termina generando un sentimiento de supremacía y temor hacia la otredad, generando rechazo hacia los migrantes.
En mi opinión, los atentados ocurridos el 11 de septiembre del año 2001 en los Estados Unidos han provocado un giro en materia de política migratoria. Hubo un retorno hacia los postulados de la teoría realista de las Relaciones Internacionales en términos de la supervivencia estatal, las políticas migratorias pasaron a constituir una rama de la seguridad nacional, y los dos partidos tradicionales norteamericanos unificaron criterios y se enmarcaron en una lógica de carácter restrictiva, destinada a reducir el flujo migratorio y a deportar a una gran cantidad de migrantes ya instalados en suelo norteamericano, tanto documentados como indocumentados.
El servicio de Inmigración y Naturalización (INS), producto de los atentados, fue absorbido por el Departamento de Seguridad Nacional (DHLS) y reestructurado como Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de los Estados Unidos (ICE) [4]. Tuvo sus inicios en marzo del 2003 bajo la presidencia del republicano George Bush, esta nueva agencia tenía como finalidad ejercer un control más efectivo sobre la inmigración, junto con la investigación de posibles terroristas extranjeros ubicados en suelo norteamericano. Se intensificó el control sobre las fronteras, sobre todo la ubicada al sur del pais, como una prioridad vital para Seguridad Nacional mediante la militarización [4]. Como consecuencia, el migrante pasó a ser identificado como un enemigo, se expandió un sentimiento en contra de los mismos a lo largo del suelo norteamericano y se naturalizaron ciertas prácticas xenófobas, como la negación de asistencia sanitaria gratuita a los migrantes indocumentados o no otorgarles licencias de conducir [5].
Bajo la presidencia de George Bush, a finales del año 2008 tuvo lugar el inicio del programa “Comunidades Seguras”. El cual se creó con la finalidad de facilitar el cumplimiento de las prioridades del ICE, e implementó un sistema de asociación federal en el que se logró el intercambio de información entre la Secretaría de Seguridad Interna y el FBI, con el objetivo de identificar a aquellos inmigrantes que hayan violado la ley y proceder a su deportación [6]. Según las estadísticas oficiales del ICE, el número de migrantes criminales deportados durante la existencia del programa “Comunidades Seguras” entre los años 2008-2017, ha sido de 363.400 [6].
En materia de deportación durante sus dos gestiones presidenciales, George Bush ha sido considerado como uno de los presidentes más violentos hasta el momento. Durante su primera gestión presidencial que va desde 2001 hasta el 2005, deportó a un total de 806.000 migrantes [7]. En su segundo mandato como presidente, del año 2005 al 2009, deportó un 33% más que en su primer mandato, lo que da una cifra de 1.207.000 [7].
El candidato demócrata, Barack Obama, despertó un sentimiento de esperanzas para los migrantes al prometer en su primera campaña electoral impulsar una reforma migratoria. Su triunfo en las elecciones presidenciales del año 2008, se deben en gran parte a las expectativas fundadas en dicha reforma, y esto se ve reflejado en que el 67% del voto latino fue a su favor [7]. A pesar de esto, otras prioridades como el desplome hipotecario y las reformas sanitarias y fiscal relevaron la reforma migratoria a un segundo plano [7]. El presidente demócrata deportó, durante su primera gestión presidencial, un número mayor de migrantes que la segunda administración de George Bush que como mencionaba anteriormente fue caracterizada como una de las más violentas en términos de deportación hasta el momento [7]. Obama deportó 1.579.000 de personas, 372.000 migrantes más que su predecesor en su segunda gestión [7].
En su campaña electoral para su reelección, Barack Obama prometió nuevamente impulsar una reforma migratoria, que en parte sería beneficiosa para el sector migratorio. La cual estaría formada por medidas restrictivas por un lado y otras catalogadas como pro-migrantes por el otro. Las restrictivas podrían observarse en la intención de lograr un mayor reforzamiento y seguridad en la frontera, y en la intención de un mejor control y verificación migratoria en el interior del país [7]. Las caracterizadas como favorables consistían en la regularización de cerca de 11 millones de migrantes en condición administrativa irregular y una vía para obtener la ciudadanía, es decir, facilidades para la expedición de visas temporales de trabajo para personas con alto nivel educativo y en actividades donde exista escasez de fuerza laboral [7]. La reforma migratoria no logró su aprobación en la Cámara de Representantes y, en consecuencia, no se logró su implementación. Obama continuó con sus medidas antipáticas hacia la migración, como la deportación y el reforzamiento de la seguridad fronteriza.
Desde los inicios de la campaña electoral del candidato republicano, Donald Trump, se evidenciaba su orientación restrictiva en relación a las políticas migratorias. Se basó en un discurso xenófobo y peyorativo hacia los migrantes, prometiendo la creación en la frontera sur de los Estados Unidos de una barrera física que intensificará lo heredado por su predecesor demócrata en términos de la seguridad fronteriza. En relación a una posible reforma migratoria, remarcó que uno de sus principales objetivos como presidente es evitar la aprobación de una reforma migratoria integral que le permita a los migrantes indocumentados obtener un conjunto de derechos [8].
Una vez electo presidente de los Estados Unidos, Donald Trump fortaleció la seguridad fronteriza utilizando el argumento de los antecedentes criminales de los migrantes, sobre todo mexicanos, y la droga que ingresa por la frontera ubicada al sur [9]. Se encargó de proveer equipo más sofisticado para el control fronterizo tanto de drogas como de inmigrantes indeseados e indocumentados, y también procuró la cooperación bilateral antidroga con México [9].
En cuanto a la deportación, Donald Trump expandió el universo heredado de Obama, de migrantes capaces de ser sometidos a esta práctica. Durante las dos presidencias de Obama este universo estaba constituido por aquellos inmigrantes ilegales que estaban acusados de haber cometido un delito grave [9]. Para Donald Trump, este universo estaba formado por todos aquellos inmigrantes ilegales que se encuentren en suelo norteamericano [9]. Además, el presidente Trump llevó a cabo arrestos a personas indocumentadas que, bajo la presidencia de Obama, podían permanecer en los Estados Unidos si se reportaban cada seis meses ante el ICE [10]. A pesar de esto, las intensidades esperadas hasta el momento bajo la gestión presidencial de Trump en términos de deportación, no han cumplido con las expectativas anunciadas por él mismo [10].
A modo de conclusión, el 11-S marcó un antes y un después en materia de políticas migratorias. Se unificaron los criterios de los dos partidos tradicionales norteamericanos con una orientación restrictiva hacia las mismas. Producto de los atentados terroristas el panorama ha sido desalentador para migrantes que desean ingresar o establecerse en suelo norteamericano hasta la actualidad. A pesar de esto, el contexto internacional actual puede resultar algo alentador, el COVID-19 y su impacto en la economía norteamericana puede producir una modificación significativa en lo que respecta a la necesidad de mano de obra por parte de los Estados Unidos, como herramienta para contrarrestar el impacto que está y seguirá generando la pandemia. Además, la carrera para convertirse en el cuarenta seisavo presidente de los Estados Unidos ya ha iniciado, el candidato demócrata, Joe Biden, buscará evitar la reelección de Donald Trump. Una posible victoria del candidato demócrata podría romper con la actual tendencia de políticas restrictivas, y dar un respiro a la población migratoria.
Bibliografía:
[1] Mercado, A. & Piña, M. (2010). Migración hacia Estados Unidos y su impacto en la nueva reforma migratoria (Parte I). Espacios Públicos, 13.
[2] BBC. (2017). Cómo fue la primera gran ley para prohibir la inmigración a EE.UU. 130 años antes de la llegada de Donald Trump al poder. Disponible en:
[3] MILENIO. (2017). El programa Bracero. Disponible en:
[4] Durand, J. (2013). Nueva fase migratoria. Disponible en:
[5] King, M. López Salinas, A. Corbett, J. Reyes Morales, R. Gijón Cruz, A. Williams, K. (2014). El impacto de la reforma de inmigración estadounidense a nivel estatal en migrantes mexicanos indocumentados: La pérdida de acceso a licencias de manejo en Oregón. Frontera Norte, 26.
[6] ICE. (2020). Secure Communities. Disponible en:
[7] Méndez Coto, M.V. (2016). “La reforma migratoria en Estados Unidos: Perspectivas de cambio y continuidad”. Revista Latinoamericana de derechos humanos. Páginas 169-193.
[8] Carrasco González, G. (2017). “La política migratoria de Donald Trump”. Disponible en:
[9] Ramos García, J.M. (2018). “La política de seguridad fronteriza en la administración del presidente Trump 2016-2017”. Disponible en:
[10] Armendares, P.E. y Moreno-Brid, J.C. (2019). “La política migratoria de Trump: antecedentes y consecuencias para los migrantes mexicanos”. Disponible en:
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