Por Denise Sanviti, co-coordinadora del Observatorio de Mujeres y Diversidades: política, paz y desarrollo.
Los pueblos originarios e indígenas de Latinoamérica y el Caribe han sido invisibilizados en la historia nacional de los Estados de la región cómo producto del proceso de formación del estado nacional. Si bien es cierto que dicho proceso se sostuvo en parte por dos lógicas direccionadas por las elites: crisol de razas y homogeneización de la población, también es cierto que la consolidación de los referentes patrióticos se constituyeron en varones con ascendencia europea.
Sin embargo, gracias a los movimientos feministas latinoamericanos, se produjo una revisión de la historia general de nuestra región dando espacio a la visibilización de referentes y personajes que participaron en gran parte de nuestro proceso descolonizador e independentista. Pero en particular, y rompiendo con el androcentrismo imperante, varias mujeres del pasado común han recuperado su rol protagónico en la Historia. Tal es el caso de Juan Azurduy, Javiera Carrera, María Ignacia Rodríguez de Velasco ò La Guera Rodriguez, Leona Vicario Micaela Bastidas Puyucahua y Bartolina Sisa. Sobre esta última, nos centramos para conmemorar la fecha que nos convoca el día de hoy.
Bartolina Sisa, nació el 24 de agosto de 1750, era una líder indigena aymara, que condujo, junto con su esposo (Julián Apaza, o también conocido cómo Túpac Katari), gran parte de las sublevaciones anticoloniales en los actuales territorios peruanos y bolivianos. Fue traicionada y capturada el 2 de julio de 1781, y finalmente asesinada el 5 de septiembre de 1782, luego de que el entonces juez Francisco Tadeo Diez de Medina y Vindago diera su fallo y la condenará a “una pena ordinaria de suplicio”. En suma, a la misma agregó:
“(...) y que sacada del cuartel a la plaza mayor por su circunferencia, atada a la cola de un caballo con una soga de esparto al cuello, una coroza (cucurucho que se ponía por afrenta en la cabeza de los reos) de cuero y plumas y una aspa afianzada sobre un bastón de palo, en la mano, y a voz del pregonero que publique sus delitos sea conducida a la horca y se ponga pendiente de ella, hasta que naturalmente muera y después se claven su cabeza y manos en picotas con el rótulo correspondiente, y se fijen para el público escarmiento en los lugares de Cruz Pata, Alto de San Pedro y Pampajasi, donde estaba acampada y presidía sus juntas sediciosas y, de hecho sucesivamente, después de días, se conduzca la cabeza a los pueblos de Ayo Ayo y Sapaaqui, de su domicilio y origen, en la provincia de Sicasica, con la orden de que se queme después de tiempo y se arrojen sus cenizas al aire donde estime convenir (...)” (Mendienta, 2005: pág. 12).
Lo que demuestra una clara intensionalidad por parte del juez contra Bartolina que, no obstante, estuvo presa 425 días, donde sufrió constantes torturas y vejaciones por parte de las autoridades detentoras. Por tanto, el suplicio de la capitana aymara sólo terminó tras su fusilamiento.
Con el objetivo de rendirle homenaje a su persona, a su identidad, a su valentía y a su rol fundamental en la lucha libertadora anticolonialista e independentista contra la corona española, durante el Segundo Encuentro de Organizaciones y Movimientos de América reunido en Tihuanacu (Bolivia) en el año 1983, se fijó el 5 de septiembre cómo el Día Internacional de la Mujer Indígena, siendo este el aniversario de la muerte de Bartolina Sisa. Pero además, su significación representativa constituye una forma de homenajear a todas las mujeres indígenas que llevan adelante las luchas por sus derechos, por sus familias y comunidades, por ser portadoras del conocimiento tradicional de estos y por ser lideresas.
Han pasado casi treinta décadas de su establecimiento, pero su vigencia es más fuerte que nunca cuando hay más de 23 mujeres indígenas en América Latina que se encuentran en una situación de extrema desigualdad, brechas de género y discriminación interseccional (acceso desigual al trabajo, la tierra, la educación y la participación política) (ONU Mujeres, 2020).
Frente a este contexto de inequidad, refrescar la memoria un día cómo hoy, 5 de septiembre, sobre el sacrificio y la significancia política-cultural de Bartolina Sisa, es también visibilizar el rol de las mujeres indígenas cómo actoras de cambio y desarrollo. Incluso, resulta imperativo reconocer y exponer la marginalización histórica que los pueblos originarios han padecido (y padecen) en manos del Estado a través de una sistemática violencia institucional.
Bibliografía
Heredia Rojas, J. (2018, 3 de septiembre). Soy mujer aymara, ¡aymarwarmitwa!, soy Bartolina Sisa. Ahora El Pueblo. https://www.ahoraelpueblo.bo/soy-mujer-aymara-aymarwarmitwa-soy-bartolina-sisa/
Mendieta, P. (2005). Mujeres en rebelión. Una mirada desde el diario de Francisco Tadeo Diez de Medina (1781). Investigaciones Sociales AÑO IX Nº 15. pp. 355-375. UNMSM, Lima.
ONU Mujeres (2020). 5 de septiembre: Día de la Mujer Indigena. Recuperado de: https://lac.unwomen.org/es/noticias-y-eventos/en-la-mira/dia-de-las-mujeres-indigenas
Rodríguez, M. (2020, 5 de septiembre). Día de la mujer indígena: la cruel muerte de Bartolina Sisa, la heroína aymara "atada a la cola de un caballo" por luchar contra el imperio español. BBC News Mundo. https://www.bbc.com/mundo/noticias-54026498
Rodriguez, M. (2020, 12 de septiembre). Independencias de América Latina: el rol clave y a veces olvidado de miles de mujeres en la gesta libertadora (y 4 nombres que trascendieron). BBC News Mundo. https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-53553290
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