Por Jerónimo Moncayo, Colaborador del Observatorio de Política Internacional
El covid-19 ha puesto todo el globo en situación de crisis. Desde que se declaró como pandemia por la OMS, se ha visto cómo naciones y regiones se toman medidas, algunas más drásticas otras más laxas. En todo caso, cada decisión que toma una nación se debe justificar y comunicar a la ciudadanía o a los habitantes del territorio nacional. Sobre este punto quisiera señalar algunos aspectos. Me centraré en dos formas de comunicar la actualidad de la pandemia en Argentina y Colombia. Complementariamente, comentaré el caso de España que ayuda a entrever contrastes.
Los casos de Colombia y Argentina son el foco de estos comentarios. En ambos casos la plataforma Twitter es por medio de la cual se transmiten inicialmente los mensajes. En ambos casos es el Ministerio de Salud la institución encargada de aquella tarea. Pero se hacen de forma radicalmente diferente: en el twitter del Ministerio de Salud de la Argentina se transmite diariamente un video en estilo rueda de prensa en el que tres personas comentan la situación global, regional y la situación nacional; hablan del número de casos infectados, de los recuperados y las muertes; además, informan las medidas que se toman desde diferentes organismos.
Por su parte, el Ministerio de Salud colombiano publica una infografía diaria con los datos numéricos de infectados totales al momento, las muertes y los recuperados. Se comunica, además, las regiones del país con casos confirmados y se enumeran los casos a nivel mundial, el número de muertes y de países afectados.
Nos preguntamos por los supuestos sobre estas dos formas de actualizar la información en ambas naciones de la región. Para el caso de Argentina, no hay que olvidar que hasta hace muy poco no había Ministerio de salud, la institución se juega también su rol en la sociedad, su grado de relevancia y legitimidad. El componente emocional es vital. Se trata de informar en un formato habitual para los argentinos: el panelismo; en el que el comentario se mezcla con la información. Se habla desde el supuesto de que una ciudadanía informada actuará mejor. No sin vigilancia. Se supone, además, que esa forma oralizada ayudará a contener cierta histeria o pánico colectivo, se trata así de neutralizar las emociones negativas. La comodidad del formato habitual para el espectador televisivo nacional, la neutralización de las emociones y la configuración del Ministerio de Salud como institución prestigiosa y de autoridad se conjugan además con un supuesto en el que el auditorio es uno capaz de sintetizar la información ofrecida. Este último punto contrasta con el caso colombiano.
La infografía, por otro lado, supone un público funcional en la transmisión efectiva de datos numéricos. En épocas de las redes sociales se valora cierta capacidad de “compartir” información fiel. De esta forma se supone una desconfianza en la difusión de la información. Así, la infografía salvaguardaría la difusión y haría compacta la veracidad de la información. La amenaza de la posverdad y las fake news parece mas latente en esta forma. Por otra parte, esta desconfianza se entrelaza con una visión pasiva del auditorio. Es decir, se prevé una población cuya única función es servir de canal, difundir la información. Esto habla además del grado de dificultad para el Ministerio de llegar a grandes masas poblacionales. Finalmente, esta lógica de foco numérico se entrelaza con un modelo tecnócrata, de la eficacia gerencial que valora más el número que la justificación de las medidas tomadas.
En el caso complementario de España, el informe diario está a cargo del Jefe del Estado Mayor de Defensa, un general del ejército, donde la retórica bélica y la metáfora de la guerra encuadran y organizan la experiencia social pandémica. Ahí, la ciudadanía se entiende bajo la jerarquía del ejército: todos son soldados. Se resaltan los valores militares como la disciplina, el sacrificio y la obediencia a la autoridad.
Finalmente, se puede decir que en todos los casos, las formas de comunicar la actualidad de la pandemia sugieren diferentes formas de entender al auditorio, al lugar social de la institución encargada de comunicar y, en general, de la representación que recae sobre la ciudadanía.
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