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Día Internacional de las Mujeres Rurales

Por Camila Torres, integrante del Observatorio de Mujeres y Diversidades


Fuente: Mundo Sur

En 2007, a partir de la Resolución 62/136, la Asamblea General de las Naciones Unidas

estableció el 15 de octubre como el Día Internacional de las Mujeres Rurales, con la intención de promover el pleno ejercicio de sus derechos y libertades en un marco de igualdad, y mejorar de esta forma su calidad de vida (ONU, 2007: 6)


Actualmente, las mujeres rurales constituyen un 43% de la fuerza laboral agrícola, porcentaje que se eleva a más del 50% en algunos países de Asia y África. A pesar de esto, el 60% de la población mundial que sufre de hambre crónica está constituida por mujeres y niñas (CARE, 2020: 8)


El rol que juegan las mujeres rurales a nivel productivo, económico y social en sus comunidades es crucial. Las mismas constituyen un eslabón clave en el desarrollo de la agricultura, ganadería, seguridad alimentaria y nutricional, manejo de recursos naturales y tierras, protección de la biodiversidad, entre otros. Sin embargo, comparado con los hombres, las mujeres rurales tienen un acceso mucho más restringido a recursos productivos y financieros, servicios, educación e información (CARE, 2020).


Las desigualdades de género en los ámbitos rurales también se observan en la remuneración que reciben las mujeres por su trabajo como agricultoras, productoras, comerciantes, elaboradoras, trabajadoras asalariadas y empresarias a lo largo de las distintas cadenas de valor (CARE, 2020). Asimismo, no se debe olvidar que al trabajo realizado por las mujeres en el marco de los sistemas productivos de sus comunidades, que muchas veces es invisibilizado, también se le suman las tareas doméstica y de cuidado no remuneradas, lo que genera una carga laboral que imposibilita destinar tiempo a la educación, el descanso y la recreación.


Las normas y prácticas sociales discriminatorias que generan las desigualdades antes mencionadas, son las mismas que limitan el poder de participación política de las mujeres rurales en sus comunidades e incluso en la toma de decisiones dentro de sus propios hogares (ONU, s/f)


A su vez, el carácter sexista de los sistemas de tenencia de tierras implica que sean muy pocas las mujeres que tienen derechos al uso, control y propiedad de la tierra, ya que muchas veces el acceso a la misma depende de la relación que la mujer tenga con los miembros masculinos de su familia. Al respecto, la falta de perspectiva de género a la hora de producir y sistematizar datos sobre tenencia de tierras en ámbitos rurales hace que sea muy difícil obtener información precisa sobre el porcentaje de mujeres que efectivamente tienen acceso a la tierra. Pero, a modo de ejemplo, se estima que en 2020 menos del 5% de los terratenientes agrícolas del norte de África y Medio Oriente eran mujeres, y un 15% en África Subsahariana (Wakesho & Hawkes, 2020)


Esta situación de desigualdad, además de afectar a la calidad de vida de las mujeres y niñas rurales, genera efectos negativos sobre la productividad agropecuaria, puesto que se estima que “si las productoras rurales tuvieran el mismo acceso que los hombres rurales a los recursos productivos y financieros, el rendimiento de sus cosechas ascendería entre un 20 y un 30%” (Ramírez-Quirós, 2020: 2) De esta forma, podría alcanzarse un crecimiento del 1,5% de la producción agrícola total, crecimiento que permitiría que entre 100 y 150 millones de personas salgan de la pobreza (FAO, 2021)


En el marco de la pandemia de COVID-19, las mujeres y niñas rurales constituyeron uno de los sectores más afectados de toda la sociedad. Esto se debe a que, por un lado, se enfrentan a los mismos desafíos que el resto de las mujeres, como el aumento de la violencia de género, la profundización de la crisis de cuidados, la movilidad limitada, la precariedad económica, los obstáculos para acceder a bienes y servicios esenciales, el aumento de la pobreza, entre otros (OEA, 2020: 1)


Pero, además de estas problemáticas, las mujeres y niñas rurales tuvieron que enfrentar otras dificultades particulares del ámbito rural, como son las “mayores tasas de desnutrición, la desaparición de servicios públicos junto con un incremento en la carga de cuidado, la devastación de comunidades rurales pobres con la propagación de la COVID-19 y la interrupción de la cadena de producción alimenticia que impacta particularmente a productoras de alimentos a pequeña escala” (OEA, 2020: 1)


La pandemia de la COVID-19 no ha hecho más que exacerbar las brechas de género en el ámbito rural, profundizando las dificultades de las mujeres y niñas rurales para acceder a la tierra y otros recursos básicos (ONU Mujeres, 2020)


En este contexto de crisis, muchas mujeres rurales se han organizado en todo el mundo con el objetivo de implementar acciones que amortigüen el efecto de la pandemia de la COVID-19 en sus comunidades.


En el marco del Día Internacional de las Mujeres Rurales es pertinente remarcar la necesidad urgente de que los Estados instrumenten las políticas públicas necesarias para garantizar los derechos de las mujeres y niñas rurales, y mejorar su calidad de vida, con el objetivo de que el mundo post-pandemia sea más equitativo y no continúe reproduciendo los mismos patrones de desigualdad que han afectado tan negativamente hasta estos días.


En este sentido, desde la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura se realizaron algunas recomendaciones para que los Estados puedan generar políticas públicas efectivas a la hora de reivindicar los derechos de mujeres y niñas de zonas rurales en el marco de la pandemia de la COVID-19.


Estas recomendaciones hacen referencia a la necesidad de contar con datos desglosados, según sexo y edad, y con un posterior análisis. También contemplan la adopción de medidas especiales que apoyen las actividades económicas de mujeres dentro de las cadenas agroalimentarias, la generación de políticas destinadas a reducir la desigualdad de género en el ámbito de la seguridad alimentaria y la nutrición, y la creación de medidas programáticas para abordar la violencia de género. Finalmente, se aconseja invertir y apoyar el liderazgo de mujeres y sus redes formales e informales para dar respuesta a la pandemia de COVID-19 (FAO, 2020).




Bibliografía


- CARE. (Septiembre de 2020). Obtenido de http://www.fao.org/fileadmin/templates/cfs/Docs1920/Gender/GEWE_Scoping_Paper-FINAL040ct.pdf


- FAO. (2020). Obtenido de http://www.fao.org/3/ca9198es/CA9198ES.pdf


- FAO. (6 de marzo de 2021). Obtenido de http://www.fao.org/news/story/es/item/1379115/icode/OEA. (2020)


- ONU. (18 de diciembre de 2007). United Nations Documents. Obtenido de https://undocs.org/es/A/RES/62/136


- ONU Mujeres. (14 de octubre de 2020). Obtenido de https://www.unwomen.org/en/news/stories/2020/10/announcer-rural-womens-day-theme 2020.


- ONU. (s/f). Obtenido de https://www.un.org/es/observances/rural-women-day


- Ramírez-Quirós, I. (2020). Mujeres rurales y equidad ante la pandemia Covid-19.


- Wakesho, E., & Hawkes, S. (25 de junio de 2020). Oxfam. Obtenido de https://oi-files-d8-prod.s3.eu-west-2.amazonaws.com/s3fs-public/2020 06/Spanish_WLR_StrategyApproach_20200619_Final.pdf


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