Por Karina Meneghetti y Natalia Guinsburg, del Observatorio de Economía Política
Si usted está leyendo esto es porque es un robot y si no lo es, tal vez como nosotras tenga curiosidad y quiera serlo algún día. Ciertamente el mundo de los robots no es divertido pero tiene muchas ventajas que detallaremos en el siguiente artículo.
Introducción
En este artículo analizaremos cómo las nuevas tecnologías influyen sobre la ciencia económica, en ese sentido, desvelaremos qué características tienen en común el Homo-oeconomicus, piedra basal sobre la que se estructura todo el sistema neoclásico de la ciencia económica, con un robot. Para ello, partiremos de los inicios del supuesto de expectativas racionales y su evolución en la ciencia económica hasta la actualidad.
“Así, la economía es concebida como una red de “procesadores de información” que interactúan, cada cual con una capacidad para procesar información menor que la que requeriría un procesador central para resolver el problema de asignar los recursos en todo el sistema”. (Bermudez, 2014: Pág 94)
Mundo Robot: características
Los robots funcionan igual en cualquier tiempo y lugar: da lo mismo que esté en la India o Costa Rica, en 1980 o 2030. Un robot no se ve influenciado por cuestiones culturales, históricas o temporales.
Los robots se mueven por interés propio. No tienen empatía por otros ni resignan utilidad presente pensando en el futuro. No tienen moral ni religión.
No tienen sexo ni familia. Tampoco deseos ni pasiones.
A los robots no les interesan los fines. Se lo programa para realizar tareas específicas sin cuestionamientos.
Siempre actúan de acuerdo a lo programado. No existen desvíos de sus acciones.
Los robots no tienen perspectiva de ascenso de clase social. Es más ¡no tienen clase social! Esto es ciertamente muy bueno: las comunidades de robots son totalmente igualitarias. No hay robots pobres ni ricos.
Los robots no se quejan, no se enferman ¡y no pertenecen a sindicatos!¡El mercado de trabajo siempre estará en pleno empleo!. Si usted no quiere más los servicios de un robot, lo puede vender (y recuperar cierto valor residual) o simplemente lo saca a la calle y listo. Las empresas no tienen por qué preocuparse con los empleados-robots.
En el caso en que un robot sofisticado deba tomar decisiones de consumo, lo hará en base a unas curvas de indiferencia (utilidad) cóncavas al origen, que no se cortan entre sí y siempre podrá acceder al óptimo cuando corte con la restricción presupuestaria impuesta. Eso está programado en su unidad central.
Se maneja en mercados de competencia perfecta con infinita cantidad de compradores, infinita cantidad de vendedores y sus elecciones de consumo y/o producción no afectarán las cantidades y/o precios de los bienes ofrecidos y/o demandados.
En el mundo robot no existe el desempleo, huelgas, manifestaciones ni inflación. Todo tiende al equilibrio por los mecanismos de mercado.
En el mundo robot no hay pasado, cultura ni territorio. Los robots no tienen identidad ni pertenencia a ninguna Nación, ni mucho menos es afín a ninguna región en particular.
Al gobierno del país de los robots ¡todo se le hace muy fácil! Las políticas fiscales y monetarias actúan a la perfección. Además los robots no votan y no existen partidos políticos así que quienes gobiernan ¡no tienen de qué preocuparse! Tranquilamente pueden perpetuarse en su poder al infinito.
Luego de leer lo anterior posiblemente pensarán … ¡Es imposible que yo sea un robot! Todo lo descripto no se da en mi cotidianidad.
¿Y qué tal si les dijéramos que sí? Desde mediados del siglo XIX, a partir del surgimiento de los economistas marginalistas primero y neoclásicos después, la economía se encargó de estudiar este fenómeno desde la personificación de un sujeto-robot al que denominaron Homo-oeconomicus. No puedes negarlo. ¡Eres un robot porque la ciencia económica así lo dice!.
El robot Homo-oeconomicus y el principio de racionalidad
El Homo-oeconomicus fue intensamente estudiado por grandes economistas y académicos de otras disciplinas distintas a la económica. La literatura se divide en dos grandes bandos: los defensores de los robots (Homo-oeconomicus) y los defensores de los comportamientos económicos de las personas como centro de estudio de nuestra ciencia.
Por ejemplo, entre los años sesenta y ochenta, surgió al respecto un prolongado debate entre los seguidores de Keynes y de Lucas (Vercelli, 1991). Uno de los temas en discusión era la tensión entre los resultados de la acción individual, donde el supuesto de racionalidad instrumental lleva a decisiones óptimas, y los resultados a nivel agregado, donde suelen aparecer desequilibrios que no se pueden explicar a partir de la agregación de decisiones individuales óptimas. Esta divergencia aumenta a medida que las condiciones económicas en que actúan los agentes se alejan de las condiciones teóricas (Leijonhufvud, 1993).
A comienzos de los años setenta se intentó resolver con poco éxito esta contradicción entre la microeconomía y la macroeconomía. Esto se realizó mediante la microfundamentación de la racionalidad de los agentes: estos hacen lo mejor que pueden con la información que poseen. A pesar de esto, algunas veces, “pueden llevar a desequilibrios en el agregado debido a problemas de coordinación de sus actividades (como la rigidez de algunas variables)”. (Bermudez C, 2014: pág 83).
Robert Lucas Jr. (1972) combinó las hipótesis de expectativas racionales, mercados vacíos y curva de oferta agregada neoclásica. Lo que se denominó “revolución” de la Nueva Escuela Clásica, también conocida como Escuela Neoclásica consistió en la reorganización y combinación de los intentos anteriores para microfundamentar la macroeconomía, en una forma teórica “pura”, lógicamente consistente y anti keynesiana (Vercelli, 1991).
A este respecto Bermudez opina:
...Lucas no solo desafió al paradigma keynesiano, sino también al monetarista, ya que eliminó por completo el papel del tiempo en el proceso de ajuste de las expectativas. El resultado es una economía que a nivel agregado se comporta exactamente como predice la teoría microeconómica a nivel individual, con las consecuencias que esto implica en materia de política económica: esta (¿y el mismo Estado?) se vuelve absolutamente irrelevante (Bermudez C, 2014: pág 85).
De ahí que se considere como “mérito” de las expectativas racionales el haber logrado la extensión de la teoría de la elección racional desde el campo microeconómico al campo macroeconómico.
A partir de ese momento y gracias al predominio del Sistema Neoclásico como paradigma dominante en la ciencia económica tanto la macroeconomía como la microeconomía utilizan el principio de racionalidad como rector de la toma de decisiones. A partir de ese momento estudiamos agentes-robots en un mundo-robot.
He aquí una descripción de este agente racional:
...Construido a imagen y semejanza de sus creadores, economistas “expertos” en cálculo matemático y estadístico, el agente de los modelos de expectativas racionales tiene la misma “inteligencia” y coherencia en todas sus decisiones, tanto en las situaciones más simples como en las más complejas (Heiner, 1983; Ross, 2007). Si bien su racionalidad no admite elementos cognitivos, su capacidad para procesar información –en cantidad y calidad– es ilimitada (Bermudez C, 2014: pág 88).
Otro tema importante a resaltar del enfoque racional del agente económico neoclásico es el egoísmo que mueve sus elecciones. Amartya Sen (1976) , premio Nobel de economía, dedicó un artículo completo a la concepción egoísta del Homo-oeconomicus especialmente en la forma en que se analizan sus decisiones:
...Este enfoque del egoísmo definicional recibe a veces el nombre de elección racional, e implica nada menos que la consistencia interna (del sistema). En este enfoque se consideran “racionales” las elecciones de una persona si, y solo si, todas las elecciones pueden explicarse en términos de alguna relación de preferencias consistente con la revelación de la preferencia revelada, es decir, si todas sus elecciones puede explicarse como la elección de opciones “preferidas por encima de todas” con respecto a una relación de preferencias postulada. La justificación de este enfoque parece basarse en la idea de que solo puede entenderse la preferencia real de una persona si se examinan sus elecciones electivas y no puede entenderse la actitud de una persona hacia las opciones en forma independiente de la elección (Sen A.,1976 Pág:181).
Cuestiona también que en la economía neoclásica se considera que los individuos solo son honestos si tienen incentivos económicos para hacerlo. Es así que considera que el principio de racionalidad no tiene en cuenta dos aspectos de los individuos que para él son muy importantes: la simpatía y el compromiso. El primero corresponde al caso en el que el interés por otros afecta nuestro propio bienestar y el segundo nos lleva a realizar una elección distinta a la óptima racional teniendo en cuenta niveles de bienestar esperados (se relaciona con la moral desde política hasta religiosa y también con la cultura).
Otro aspecto que enuncia Amartya Sen ( 1976) y que no se tiene en cuenta en el sistema neoclásico es la motivación al trabajo cuya importancia en la producción no debe pasarse por alto.
Y la tecnología nos superó …
Y cuando creíamos que ya teníamos todo estudiado y los dos bandos Pro-robots y pro-humanos (ortodoxos y heterodoxos) estaban bien definidos en el ámbito académico, llega la revolución del conocimiento y patea el tablero de análisis.
La inteligencia artificial, el big data y los sistemas autónomos superan a nuestro robot Homo-oeconomicus. ¡Los robots empezaron a aprender y la ciencia económica no!¨:
Mediante la Inteligencia artificial (IA) considerada como la combinación de algoritmos planteados con el propósito de crear máquinas que presenten las mismas capacidades que el ser humano, las máquinas van “aprendiendo” de sus “experiencias”
Gracias al big data las computadoras son capaces de procesar y analizar grandes volúmenes de información.
En el caso de los sistemas autónomos es posible que las máquinas sin intervención manual puedan cambiar su comportamiento en respuesta a hechos imprevistos.
En este sentido, resulta paradójico cómo la ciencia económica sigue estudiando a los antiguos robots …
Al margen de esto, existen también importantes cambios en el consumo y la producción que nos brindan nuevos interrogantes (Meneghetti, 2021) sobre los que la ciencia económica no ha dado respuestas.
Para cerrar, retomamos esta reflexión de Amartya Sen ( 1976), que nos resulta oportuna: “La teoría económica se ha ocupado mucho de este tonto racional arrellanado en la comodidad de su ordenamiento único de preferencias para todos los propósitos. Necesitamos una estructura más compleja para acomodar los diversos conceptos relacionados con su comportamiento ”(Sen A. , 1976 Pág:202).
Bibliografia
Bemudez C. (2014) La racionalidad en la formación de expectativas. crítica de la hipótesis de expectativas racionales. Revista de Economía Institucional, vol. 16, n.º 30, primer semestre/2014, pp. 83-97. Bogotá, Colombia.
Leijonhufvud, A. (1993) “Towards a not-too-rational macroeconomics”, Southern Economic Journal 60, 1, 1993, pp. 1-13.
Meneghetti (2021) Estudiando el conocimiento bajo la lupa de la economía. CEPI, Buenos Aires, Argentina. Disponible en https://www.cepiuba.com/investigacionescepi/2fec9fca-57bc-4305-a6cc-d28c36e99a36
Sen, A. (1976). Los tontos racionales. Una crítica a los fundamentos conductistas de la teoría económica. USA: Mathematical Psychics.
Vercelli A. (1991) Methodological foundations of macroeconomics. Keynes and Lucas, Cambridge, Cambridge University Press. USA.
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