Repensando a la industria alimentaria desde una
perspectiva de derechos humanos.
Por Jimena Szpanierman, Miembro del Observatorio de Asuntos Humanitarios del Centro de Estudios de Política Internacional
Resumen
El siguiente artículo invita a cuestionar la situación actual del derecho a la alimentación en Argentina.
Aunque haya un alto nivel de reconocimiento normativo de la alimentación como un derecho humano, el reconocimiento social del mismo es muy bajo. Si bien, tanto en la Constitución Nacional como en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU, el derecho a la alimentación está presente, veremos que en la práctica este derecho no está siendo respetado en muchas ocasiones. No consiste únicamente en tener la panza llena sino en el derecho a una alimentación adecuada en sentido cuantitativo, cualitativo y cultural. Implica el acceso a una alimentación sana, segura y soberana. Además de analizar de qué manera la industria alimentaria está obstruyendo este derecho, el presente trabajo se enfoca en la Agenda 2030. Este es un acuerdo entre los países que conforman la ONU donde se plantean objetivos de desarrollo sostenible (ODS). Relacionaremos el derecho a la alimentación con los ODS que hablan sobre el hambre cero, la salud y el bienestar y la producción y el consumo responsable. Analizaremos el deterioro de la calidad de los alimentos a lo largo del tiempo, hasta transformarse en productos comestibles. En resumen, cuestionaremos cómo la industria alimentaria es la responsable del pobre cumplimiento al derecho a la alimentación adecuada, cuáles son sus causas y cuáles son sus consecuencias.
¿Qué es el derecho a una alimentación adecuada? ¿Cuál es la diferencia entre un alimento y un producto comestibles? ¿Qué es la soberanía alimentaria y qué amenazas sufre hoy en día? ¿Cuáles son los desafíos que se presentan a la hora de pensar la salud y la alimentación en Argentina? ¿Cómo puede ser que haya gente que pase hambre en el país antes conocido como “el granero del mundo”?
Sobre el derecho a la alimentación
Hoy en día el derecho a la alimentación está siendo sistemáticamente vulnerado y gran parte de la población no lo sabe. Es fundamental tener en cuenta que el derecho a una alimentación adecuada tiene un alto reconocimiento legislativo. Estos son tan solo algunos de los acuerdos donde se reconoció este derecho: el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (1999), la Declaración Universal de Derechos Humanos (1948), y a nivel nacional, tiene respaldo constitucional. [1] El derecho a la alimentación consiste en “tener acceso, de manera regular, permanente y libre, sea directamente, o mediante compra en dinero, a una alimentación cuantitativa y cualitativamente adecuada y suficiente, que corresponda a las tradiciones culturales de la población a que pertenece el consumidor y que garantice una vida psíquica y física, individual y colectiva, libre de angustias, satisfactoria y digna.” [2]
El derecho a la alimentación, como bien explica el especialista en soberanía alimentaria Marcos Filardi, se basa en cuatro pilares fundamentales. En primer lugar, la disponibilidad, este punto consiste en que haya suficientes alimentos para satisfacer las necesidades alimentarias de toda la población. En segundo lugar, habla de la accesibilidad en términos físicos y económicos. Es decir, que los alimentos deben estar a la venta en mercados y comercios y a la vez, al alcance de las posibilidades económicas de toda la población. En tercer lugar, el pilar de la adecuación sostiene que los alimentos que se consuman deben ser cualitativa, cuantitativa y culturalmente adecuados. Y por último, se habla de la sustentabilidad, siendo esta la condición que sostiene que el cumplimiento del derecho a la alimentación de hoy en día no ponga en riesgo el de las futuras generaciones. [3] La Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos (ACNUDH) hace hincapié en el punto de la adecuación enfocándose en la calidad de los alimentos, “deben ser seguros para el consumo humano y estar libres de sustancias nocivas, como los contaminantes de los procesos industriales o agrícolas.” [4]
Es conocido el hecho de que Argentina produce cultivos para 400 millones de personas, [5] aun así, el hambre es una realidad terriblemente presente en la sociedad. Aproximadamente, el 40% de la población vive debajo de la línea de pobreza. En consecuencia, no hay duda de que dentro de la crisis alimentaria nacional y mundial el hambre se lleva el protagonismo. Sin embargo, en las últimas décadas se sumó un nuevo conflicto que se origina en la industria alimentaria. Hoy esta crisis no yace exclusivamente en el hambre y en la desnutrición, sino también en la malnutrición y el consumo de productos comestibles, en vez de alimentos. Por lo tanto, hoy los afectados no son únicamente los sectores más empobrecidos, sino que la falta de información alimenticia y la nutrición de mala calidad afecta a todos los sectores sociales.
Los efectos de la industria alimentaria
La industria alimentaria es el principal sector que pone en peligro el derecho a la alimentación. El uso de agroquímicos en los cultivos, las modificaciones genéticas y la creación de productos ultra procesados, son unas de las causas por las cuales la alimentación se ve afectada.
La Organización Panamericana para la Salud distingue entre alimentos, productos comestibles procesados y ultra procesados. Explica que los alimentos son aquellos productos naturales, frescos o mínimamente procesados que no tienen otras sustancias como sal, azúcar o aditivos. Estos son la clave para una nutrición sana y segura. Por el otro lado, se encuentran los productos comestibles procesados y/o ultra procesados. Estos son los que tienen sustancias que modifican la naturaleza del alimento o en el caso del ultra procesados, normalmente contienen poco o ningún alimento, siendo así un producto industrial que es comestible pero no sano, de hecho, suele ser bastante dañino. [6] La abundancia de productos comestibles ultra procesados y la escasez de alimentos en los mercados provoca que solo un 6% de la población argentina consuma la cantidad de frutas y verduras recomendada por Organización Mundial de la Salud. [7] Esta situación termina posicionando a Argentina como el mayor consumidor de gaseosas y galletitas dulces en Latinoamérica. [8] La industria alimentaria es la responsable por la transformación de alimentos en productos comestibles, es la responsable de transformar a la nutrición en una fantasía y una de las principales causas por la cual millones de personas al año se enferman en el mundo.
Muchas veces, la vulneración del derecho a la alimentación se traduce en malnutrición. Este es un problema cada vez más presente ya que hay un escaso acceso a la información a la hora de saber de dónde viene nuestra comida y por cuáles procesos atraviesa. La Fundación Interamericana del Corazón afirma que la malnutrición es una de las principales causas de la obesidad y de las enfermedades crónicas no transmisibles.[1][9] La médica colombiana Patricia Savina sostiene que “debe considerarse la obesidad como un problema económico derivado de factores tales como políticas gubernamentales, influencia de importantes compañías de alimentos y de la inseguridad alimentaria presente en las clases socioeconómicas menos favorecidas.” [10] Como resultado, Argentina es uno de los países de la región con mayor índice de obesidad, donde el 20,4% de los niños y adolescentes, y el 32,4% de los adultos padecen dicha condición. [11] Esto deja en evidencia la importante influencia que tiene la industria alimentaria (la proveedora de inseguridad alimentaria por excelencia) en la población argentina. Ahora resulta obvia la razón por la cual Soledad Barruti, autora de Malcomidos, afirma que “la industria alimentaria argentina nos está matando”. [12]
En cuanto a la problemática de los agroquímicos, Argentina se inserta en el orden mundial actual como un país agroexportador. Para mantener ciertos estándares se requiere un ritmo exacerbado y un inmenso volumen de producción. La misma comete daños significativos al ambiente. La Relatora Especial sobre el Derecho a la Alimentación de la ONU, Hilal Elver, afirma que “en la última década, se destruyeron más de tres millones de hectáreas de bosques para dar lugar a la producción de granos y ganado en Argentina.” El trasfondo de la cuestión de producir alimento para unas posibles 400 millones de personas lleva a que el país sea “uno de los productores principales de semillas transgénicas y genere el 14 % de la producción mundial total de cultivos biotecnológicos.” [13] Así mismo, Argentina utilizó casi 500 millones de kilos de agroquímicos en 2019. [14]
Pero, ¿de qué forma estas cifras afectan a las personas? ¿Qué consecuencias traen? Se estima que cada año 3 millones de personas en el mundo se intoxican por el uso de agroquímicos y mueren más de 220 mil. En otras palabras, los agroquímicos provocan 660 muertes por día. [15] Esto quiere decir que la industria alimentaria no solo genera deforestación a gran escala, amenazando la vida de la biodiversidad (flora, fauna y suelos) sino que también expone a la salud humana. Entonces ¿dónde está la calidad adecuada que implica el derecho a la alimentación? La sociedad está siendo engañada, se cree que comiendo frutas, verduras y carne estamos teniendo una alimentación sana y segura, pero, todo lo contrario, hay grandes peligros escondidos detrás.
La respuesta del campesinado ante la crisis alimentaria
Como respuesta a la crisis alimentaria y a la decadencia del derecho a la alimentación y a un ambiente sano, Vía Campesina (movimiento campesino internacional) en 1996 introduce la idea de soberanía alimentaria. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura la define como “el derecho de los pueblos a definir sus propias políticas y estrategias sustentables de producción, distribución y consumo de alimentos que garanticen el derecho a la alimentación para toda la población…” [16] A diferencia de la seguridad alimentaria, esta toma una posición política, social y económica, evidenciando que el hambre, la desnutrición y la exclusión, son decisiones políticas. Vía Campesina denuncia que los gobiernos ponen en agenda los intereses del lobby que conforma la industria alimentaria y no el interés por una nutrición adecuada de la población. La soberanía alimentaria entiende que la toma de decisiones en conjunto y el consentimiento de los pueblos por dónde, quién y en qué condiciones se producen los alimentos es indispensable para que el derecho a la alimentación sea finalmente garantizado. [17]
“Las personas tienen derecho a que se ponga a su disposición la información resultante del avance científico, que sume elementos para reflexionar acerca de sus propias prácticas y les permita tomar decisiones en consecuencia.” [18]
Al profundizar la reflexión sobre la soberanía alimentaria, hay un claro reconocimiento al derecho a un ambiente sano. No solo se busca garantizar la seguridad alimentaria y una buena alimentación mediante una sociedad informada, sino que se plantea lograr esos objetivos por medios sostenibles. Se fomenta el respeto de los tiempos naturales de cultivo, la conservación de la biodiversidad y, al fin y al cabo, que la forma de producción actual no perjudique a la del futuro. Por lo tanto, la soberanía alimentaria deja en evidencia la estrecha relación entre el derecho a la alimentación (artículo 75 inciso 22 de la Constitución), a la información (art. 33, 41 y 42) y a un ambiente sano (art. 41).
La situación de la soberanía alimentaria hoy en Argentina está en jaque. Como Hilal Elver informa, la producción de soja representa el 60% de la tierra cultivada en el país, de la cual solo un 2% se utiliza para consumo interno. El otro 98% de la producción de soja se exporta, la mayor parte para engordar al ganado porcino en China. Los monocultivos, los cuales representan el 70% de la tierra cultivada en el país, como lo son la soja, el maíz y el trigo transgénico no solo amenazan al derecho a la alimentación sino también al derecho a un ambiente sano. [19] La agricultura comercial generó casi el 70 % de la deforestación en América Latina. [20] Al mismo tiempo amenaza sistemáticamente a la biodiversidad poniendo en peligro de extinción a muchas especies y contamina las aguas y suelos, entre otros efectos.
Entonces, por un lado, se encuentra la soberanía alimentaria que defiende el acceso a la tenencia de tierra productiva para reivindicar el derecho a la alimentación (sana, justa y soberana) y desarrollar una agricultura sostenible. Por el otro, el uso excesivo de agroquímicos pone en riesgo la salud y el bienestar promoviendo un modelo de producción agrícola insostenible. Y, a la vez, el uso del glifosato, una sustancia declarada como “posiblemente carcinógena” por la OMS es aplicada indiscriminadamente en Argentina, sin importar si existe una población aledaña. De esta forma, Argentina se convierte en el país con mayor consumo per cápita de agroquímicos en el mundo. [21]
Compromiso internacional sobre el desarrollo sostenible
Argentina se comprometió a trabajar para cumplir los diecisiete objetivos de desarrollo sostenible (ODS) en el año 2015 en el marco de la Agenda para el Desarrollo Sostenible 2030 de la ONU. El objetivo es mitigar los efectos de la crisis socio ambiental. Sin embargo, este es un acuerdo no vinculante, lo que quiere decir que su compromiso con la Agenda 2030 no supone la obligación del cumplimiento de los objetivos. De esta forma, los países firmantes no reciben ninguna penalidad por el incumplimiento del acuerdo. Veremos de qué forma los ODS se relacionan directamente con el derecho a la alimentación.
El ODS número 2 habla del hambre cero y consiste en terminar con todas las formas de hambre y desnutrición para el 2030 velando por el acceso de toda la humanidad, a una alimentación suficiente y nutritiva regular. Esta tarea implica promover prácticas agrícolas sostenibles a través del apoyo a los pequeños agricultores y el acceso igualitario a la tierra, la tecnología y los mercados. Sin embargo, es difícil imaginar que el gobierno argentino esté efectivamente trabajando para el cumplimiento del hambre cero cuando la producción de cultivos abunda, pero, aun así, la seguridad alimentaria se encuentra en una situación crítica. La Universidad Católica Argentina afirma que “6 hogares urbanos de cada 100 experimentan inseguridad alimentaria severa (experiencias frecuentes de hambre). En esos hogares vive el 7,9% de población. La problemática se asemeja a la crisis de 2009.” [22]
El ODS número 3 habla de la salud y bienestar. Los países que firman el acuerdo de la Agenda 2030 buscan “garantizar una vida sana y promover el bienestar en todas las edades de la población.” Pero teniendo en cuenta que el 58% de la población tiene una alimentación deficitaria según las recomendaciones de la guía alimentaria de la Nación, [23] y que el consumo de ultra procesados está naturalizado dentro de la sociedad, estamos lejos de alcanzar este objetivo como país.
Por último, el ODS número 12 sobre producción y consumo responsable consiste en hacer más y mejor con menos. A la vez, se trata de desvincular el crecimiento económico de la degradación ambiental, aumentar la eficiencia de recursos y promover estilos de vida sostenibles. Gracias a la pandemia, la venta de bolsones de fruta y verdura sin agroquímicos se multiplicó, la cual sin duda es una buena noticia para el punto de producción y consumo responsable. Los productores son responsables a la hora de evitar los agroquímicos, protegiendo así a los suelos, a la biodiversidad, a las poblaciones aledañas y a los trabajadores rurales. Por el lado de los consumidores, se rescata también cierta responsabilidad al elegir este tipo de modelo de producción más justo y sostenible tanto en sentido social como ambiental. Sin embargo, hay muchos otros temas por mejorar y hay proyectos de ley esperando a ser tratados que presentan los primeros pasos para transicionar a un modelo de producción y consumo sostenible.
Para concluir, es fundamental entender que, como sociedad, es nuestro derecho conocer la trazabilidad de lo que comemos y nuestra responsabilidad, es reclamar por el mismo. Sin embargo, no alcanza con la responsabilidad individual, sino que la responsabilidad social a la hora de pensar en la alimentación, es la clave. La herramienta fundamental para re-impulsar el derecho a la alimentación es el reclamo colectivo por el acceso a la información.
Queremos saber, ¿de dónde viene nuestra comida?
Bibliografía
[1]Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, “El Derecho Humano a la Alimentación.” http://www.fao.org/3/a-a1601s.pdf
[2] Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (2010), El Derecho a la Alimentación Adecuada.” Folleto Informativo n°34 https://www.ohchr.org/Documents/Publications/FactSheet34sp.pdf
[3] Cátedra de Soberanía Alimentaria - Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires [CaLISA FAUBA] (2018, Octubre, 16). Marcos Filardi - Curso Soberanía Alimentaria y Desarrollo. https://www.youtube.com/watch?v=qiowtzamRBs
[4] Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (2010), El Derecho a la Alimentación Adecuada.” Folleto Informativo n°34
[5] Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (07/03/2014) Argentina produce alimentos suficientes para 400 millones de personas, señaló la Presidenta Cristina Fernández. Santiago de Chile: Oficina Regional de la FAO para América Latina y el Caribe
[6] Organización Panamericana de la Salud. “Clasificación de los alimentos y sus implicaciones en la salud” https://www.paho.org/ecu/index.php?option=com_content&view=article&id=1135:clasificacion-alimentos-sus-implicaciones-salud&Itemid=360
[7] “Consumo de Frutas y Verduras”. Buenos Aires, Fundación Interamericana de la Salud. https://www.ficargentina.org/informacion/alimentacion/consumo-de-frutas-y-verduras/#:~:text=Las%20Gu%C3%ADas%20Alimentarias%20para%20la,verduras%20o%20una%20fruta%20chica).
[8] Organización Panamericana de la Salud. (2019) “Alimentos y bebidas ultra procesados en América Latina: ventas, fuentes, perfiles de nutrientes e implicaciones normativas.” Washington D.C. https://iris.paho.org/bitstream/handle/10665.2/51523/9789275320327_spa.pdf?sequence=1&isAllowed=y
[9] “Alimentación”. Buenos Aires, Fundación Interamericana de la Salud. https://www.ficargentina.org/informacion/alimentacion/
[10] Savina, P. (2011) “Obesidad y enfermedades no transmisibles relacionadas con la nutrición” Revista Colombiana de Cirugía;26:180-195
[11] Segunda Encuesta Nacional de Nutrición y Salud (2019) http://www.msal.gob.ar/images/stories/bes/graficos/0000001602cnt-2019-10_encuesta-nacional-de-nutricion-y-salud.pdf
[12] Barruti, S. (2013) “Malcomidos.” Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina, Planeta.
[13] Elver, H. (2018). “Observaciones Preliminares de la Relatora Especial sobre el Derecho a la Alimentación, Sra. Hilal Elver, como resultado de su visita a la República Argentina.” Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos
[14] Cámara de la Industria Argentina de Fertilizantes y Agroquímicos (2019). Consumo de Fertilizantes en el Agro 2019 https://www.ciafa.org.ar/files/J597tT9F8NE1C1IUbdCgUkCbf6XUG2fptYgpztXF.pdf
[15] FERREYRA, N. E. (2013) “Las Armas Letales del Siglo XXI (III)” Lulu
[16] Conclusiones del Foro Mundial sobre Soberanía Alimentaria. La Habana, Cuba, Septiembre 2001. Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación http://www.fao.org/in-action/pesa-centroamerica/temas/conceptos-basicos/es/
[17] Vía Campesina (2003). “Qué es la Soberanía Alimentaria”
[18] Abajo, Figueroa, Paiva y Oharriz (2010) “Derecho a la Alimentación”
[19] Elver, H. (2018). “Observaciones Preliminares de la Relatora Especial sobre el Derecho a la Alimentación, Sra. Hilal Elver, como resultado de su visita a la República Argentina.” Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos
[20] Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, (2016) “El Estado de los Bosques del Mundo”
[21] Filardi, M. E. (2018) Un modelo agroalimentario es necesario, urgente y posible. Fundación Ambiente y Recursos Naturales. https://farn.org.ar/wp-content/uploads/2019/07/IAF-2018-3.2.pdf
[22] Bonfiglio, J. I. (2019) Pobreza Multidimensional Fundada en Derechos Económicos y Sociales Argentina Urbana: 2010-2018. Universidad Católica Argenitna http://wadmin.uca.edu.ar/public/ckeditor/Observatorio%20Deuda%20Social/Presentaciones/2019/2019-OBSERVATORIO-POBREZA-MULTIDIMENSIONAL-DOCUMENTO-TRABAJO.pdf
[23] Ministerio de Salud de la Nación. (2016). “Guías Alimentarias para la Población Argentina.” Buenos Aires.
[1] Enfermedades cardio y cerebrovasculares, la diabetes, el cáncer y la enfermedad respiratoria, entre otras.