Por Mariana Polizzi, co-coordinadora del Observatorio de Política Internacional
Hablemos de #Nacionalismos: Desde el observatorio de Política Internacional, el eje de trabajo de Nacionalismos ha estado abordando el avance de la derecha nacionalista en diferentes países del mundo. El día de hoy, les traemos las reflexiones realizadas sobre Italia y les dejamos también un video en el que la autora de este artículo habla sobre el tema.
Introducción
Italia, a mediados de marzo del presente año, se ha convertido en el epicentro europeo y mundial de la pandemia desatada por el COVID-19. Esta situación, en principio, sirvió como motín de guerra a la centro derecha italiana, dispuesta a arrojar culpas hacia el gobierno de Giuseppe Conte y (especialmente) hacia la Unión Europea, por el manejo que estas autoridades tuvieron respecto de la gestión sanitaria de la enfermedad. Creando en el inconsciente colectivo la imagen de que “Italia está abandonada a su suerte” respecto de la ayuda prometida por la UE; esto ha ayudado a que partidos de la derecha más nativista y conservadora, como el caso de Fratelli D’Italia (“Hermanos de Italia”) bajo el mando de Giorgia Meloni, haya alcanzado un respetable 16% en los últimos sondeos electorales, desplazando nada más y nada menos que a Forza Italia (“Fuerza Italia”) del mismísimo Silvio Berlusconi, y amenazando con robar protagonismo al carismático Matteo Salvini, líder de la Lega Nord (“Liga del Norte”). Entonces, en principio diremos que la centro derecha italiana adoptó y/o acentuó un claro discurso anti europeísta para, con el correr de los acontecimientos, moderar el tono confrontativo y presentar su coalición como alternativa posible y eficiente frente a la “lentitud” en el manejo de la emergencia por parte del actual gobierno PD-M5S (Partido Democrático y Movimiento Cinco Estrellas).
Ascenso del anti europeísmo en Italia: el desafío que representa la Unión Europea
El actual escenario internacional, a partir de la crisis económica de 2008, ha cambiado su configuración hacia un mundo multipolar de competencia y de cierta desconfianza respecto de las reglas actuales del comercio mundial. Fundamentalmente, la guerra comercial entre EE.UU. y China por imponer esas reglas de juego, dan cuenta de un orden internacional en disputa.
Desde 2008, la situación económica mundial obligó a reforzar medidas de austeridad en la denominada Zona Euro. Esto provocó una profunda crisis de legitimidad democrática, que se retroalimenta con la puesta en marcha de políticas de ajuste señaladas. La crisis económica, y la respuesta que a ella se ha dado, han implicado una transferencia de poder desde la política y los mecanismos de representación popular hacia a los mercados y las instituciones económicas y políticas creadas por Bruselas, en detrimento de la política fiscal de los Estados que integran la Unión Europea.
Siguiendo a Borzel y Rissel (2000), los acuerdos macroeconómicos y de liberalización comercial que emanan de Bruselas, no hacen más que incrementar la brecha existente: el proceso de “homogenización económica” y globalización ha despertado discordancias políticas (“movimientos populistas”) al interior de la zona euro. Si bien existen asimetrías entre los distintos Estados miembros, sobre todo entre Europa Septentrional y la Sur Mediterránea, éstos se están volviendo paradójicamente cada vez más europeos, pues las instituciones europeas incrementan su influencia hacia el interior de los diferentes gobiernos de la Unión.
Italia atraviesa una verdadera crisis tanto política como económica desde principios de 2012. La mentada crisis económica mundial que afectó a la Zona Euro desde 2008, más el débil equilibrio político institucional del bicameralismo perfecto italiano; son, entre otras, algunas de las razones detrás de la caída del gobierno de centro derecha (encabezado por Silvio Berlusconi con su partido Forza Italia) en noviembre 2011. A partir de esa fecha asume el gobierno italiano Mario Monti, un “comisario de Bruselas”, enviado por la Unión Europea para conformar un gobierno técnico que no respondiera a intereses de la llamada “partidocracia italiana”, a fin de implementar medidas reformistas de austeridad requeridas por el bloque europeo, que no hicieron más que acelerar tanto el estancamiento económico como una profunda desconfianza de gran mayoría de la población hacia los partidos tradicionales. Esto permitió, a partir de 2013, la emergencia de un movimiento de protesta (que luego se consolidó a lo largo del país, adoptando una estructura cuasi “partidaria”) conocido como “M5S” o “Movimento Cinque Stelle”, más la reconversión de la estrategia política de partidos de centro derecha como Lega Nord y Fratelli D’Italia hacia una postura nativista, nacionalista y conservadora popular, desplazando de las preferencias electorales a la alicaída Forza Italia de Berlusconi, por ser percibida esta última como un partido más integrante del establishment político.
Giorgia Meloni y Matteo Salvini, o la pareja fuerte de la política italiana
Antes de continuar con el devenir del escenario político italiano actual, vamos a aclarar el motivo por el cual hablamos de “derecha nativista” o “populismo de derecha” en Italia. Siguiendo la caracterización expuesta por C. Mudde (2007), a esta “nueva derecha” (surgida como contracara del capitalismo neoliberal) se le debe sumar otra dimensión definitiva que la caracteriza especialmente como “nueva”: la idea del “nativismo”:
La motivación primigenia del populismo de extrema derecha es nativista. La economía debería estar al servicio de la nación y sólo de la nación. (…) Consecuentemente, el populismo de extrema derecha mantiene una imagen relativamente positiva del mercado interno (nacional), pero siendo escépticos del europeo y del resto de los mercados globales (Mudde, 2007:125; traducción propia).
Retomando el planteo de Mudde (2007) y Casullo (2019), el populismo de derecha en Europa está dispuesto a jugar las reglas de juego de la democracia moderna, pero rechazando el carácter liberal de ésta. Los tres temas claves que permiten construir consenso son los siguientes: la inmigración y lo extracomunitario; el complejo entramado institucional tecnocrático que caracteriza a la Unión Europea; y los cambios en el modelo de familia tradicional como núcleo básico organizador de la sociedad. Lo paradójico del caso es que estos líderes populistas de derecha dicen representar al “italiano de pie”, pero finalmente terminan polemizando con sectores que no forman parte de las élites económicas y sociales de Europa: los inmigrantes, las minorías étnicas, los excluidos del sistema, etc.
Estos argumentos nos permiten explicar el cambio de estrategia política vislumbrado en los dos principales partidos de la centro derecha italiana (Lega Nord y Fratelli D’Italia, encabezados por Salvini y Meloni, respectivamente), quienes diagramaron un progresivo alejamiento de la centro derecha neoliberal clásica (Forza Italia de Silvio Berlusconi) a fin de distanciarse de las políticas de austeridad impuestas al país desde Bruselas, y presentarse además como políticos cercanos a las necesidades del italiano común, que no pertenecen a la “casta” de la partidocracia tradicional italiana.
El ascenso en el escenario político italiano de figuras “fuertes” como Giorgia Meloni y Matteo Salvini se puede explicar, en parte, por las siguientes razones: 1) el escenario de combustión social, económica y política que deja como legado la tecnocracia liberal impuesta al país por la UE en 2011; 2) el gobierno de “consenso” político emanado del Patto di Nazareno entre el Partito Democratico y Forza Italia, con la designación de Matteo Renzi como premier italiano en 2014-2016: sin embargo, los grandes problemas económicos de la República (crecimiento nulo, desempleo record, trabajo informal, presión fiscal, etc.) continúan sin resolución efectiva; 3) el apelo afectivo y carismático que ambos líderes hacen tanto en los discursos, como en redes sociales y otros medios de comunicación masivos, dirigiendo sus dardos hacia numerosos objetivos: el Euro, la burocracia europea de Bruselas, la inmigración extracomunitaria, la mafia, la corrupción estatal y, fundamentalmente, el fracaso de la socialdemocracia al interpretar la “hora de los pueblos”.
La crisis del COVID-19 en Italia
El complejo escenario que vivió el tercer país en importancia de la Unión Europea, a raíz del esparcimiento del Corona Virus (COVID-19) desde los primeros días de enero del corriente año y siendo a la fecha la nación europea con mayor cantidad de contagios y víctimas fatales, nos refleja una realidad que desnuda diferentes aristas de la situación italiana. Es preciso preguntarnos por qué el país resultó tan afectado, frente al virus declarado como pandemia mundial por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en la primera quincena de marzo.
Actualmente, el país es la nación más afectada de Europa a causa del Corona Virus: un impresionante y triste récord de 157.000 contagiados, y más de 34.000 fallecidos a la fecha. Los fríos números no sólo evidencian los rastros fatales de esta pandemia mundial, sino también nos permite inferir que gran parte de estas pérdidas desnudan la desinversión sufrida por sistema sanitario italiano, con recortes estimados en un total de 37.000 millones desde 2009 en adelante, cuando el país aplicó medidas de ‘Austerity’ para contrarrestar el problema del débito público italiano. Más allá de las medidas adoptadas por el Premier italiano Giuseppe Conte para salvaguadar (parcialmente) la economía, la cuestión clave a dilucidar es qué papel adoptará Italia de cara a su compleja relación con Bruselas.
El Primer Ministro italiano dispuso, mediante el decreto “Cura Italia”, la prohibición de despidos por un período de sesenta días, la aprobación de paquete de medidas por 25.000 millones de euros para paliar el impacto económico, y la nacionalización de la aerolínea de bandera Alitalia. Veremos cómo todo esto repercute en la alicaída microeconomía peninsular, que se anuncia complicada para lo que resta del 2020.
Por otra parte, lo que se está discutiendo en estos momentos son dos aspectos clave de la realidad política italiana: por un lado, la pesada deuda italiana del 133% del PBI, por el otro, el proceso mismo de integración a la Unión Europea y el rol que Italia tiene como miembro fundador del Tratado de Roma (y las consecuentes reacciones euroescépticas dentro del arco político italiano, con un caudal de crecimiento electoral por parte de la Centro Derecha italiana).
Es por ello que la ayuda de Bruselas se vuelve urgentemente necesaria: no sólo Italia corre el riesgo, sino toda la Eurozona: la actual propuesta franco alemana de la Unión Europea se funda en tres pilares fundamentales: 1) La emisión de deuda conjunta podría oscilar entre 300.000 millones y 500.000 millones y sería amortizada a través de los futuros marcos presupuestarios del bloque en un período de 20 o 30 años; 2) ayuda a empresas o recapitalización de las mismas (en caso de situaciones de gravedad financiera); y 3) destinar 5% del presupuesto a reforzar los mecanismos de protección civil y emergencia de los que ya dispone la UE.
¿Hacia dónde va Italia?
A pesar de la propuesta franco-alemana de un débito común para la reconstrucción de las economías de los países europeos más castigados por la pandemia, asignándosele a Italia la suma de 81.8 billones de Euros, estos esfuerzos parecen no contentar al arco político de derecha, y por supuesto a sus votantes, los cuales no sólo desconfían de Bruselas sino también del gobierno encabezado por el jurista Giuseppe Conte.
Sondeos recientes indican que la coalición de centro derecha (Lega Salvini, Fratelli D’Italia y Forza Italia) suma en conjunto un 48% del electorado italiano, lo que equivale a pensar que la mitad de los italianos optan por una salida por derecha a la crisis. Además, es preciso destacar el impresionante crecimiento de la figura de Giorgia Meloni (la 'donna forte' de la política italiana y líder de FDI, quien porta un claro mensaje conservador popular y soberanista), que ha conseguido duplicar a la centro derecha clásica berlusconiana y amenaza con superar al mismísimo Matteo Salvini.
A todo esto, surgió en los últimos meses un nuevo movimiento ciudadano “independiente” autodenominado “Gilet Arancioni” (“Chalecos Naranja”), que expresan estar en descontento “con todo y con todos”. Liderados por el General A. Pappalardo, son mucho más explícitos en sus consignas políticas que el resto de la derecha italiana: piden el fin de la Unión Europea y retirar al país del Tratado del Atlántico Norte, solicitan acabar con la unidad monetaria impuesta al país por el Tratado de Maastricht y retomar la Lira, y, fundamentalmente, no creen que la pandemia Covid-19 sea real sino un invento del gobierno para mantener a la población “encerrados como reclusos en sus casas”. A estas manifestaciones naranjas se acoplaron otras agrupaciones de extrema derecha como Casa Pound y Forza Nova, quienes se auto titulan fascistas del Tercer Milenio.
Así las cosas, Italia, en palabras del Premier Conte, atraviesa uno de sus años más difíciles desde la Segunda Posguerra, y las circunstancias actuales indican que el rumbo del país se ha complejizado de tal manera, que han obligado a los actuales liderazgos de centro derecha a moderar sus postulados en pos de una eventual “cooperación” con el actual gobierno, que le permita a Italia recuperar el aliento tras esta grave crisis sanitaria (y por lo que se infiere, también económica y política).
Bibliografía
-Borzel, T., y Risse, T. (2000). When Europe Hits Home: Europeization and Domestic Change. Instituto Universitario Europeo.
-Casullo, M. E. (2019). ¿Por qué funciona el populismo? Siglo XXI Editores.
-De Miguel, B. y Pellicer, L. (2020). Bruselas lanza un plan de recuperación con subsidios y préstamos que trata de conciliar a los países del norte y del sur. El país online. Disponible en:https://elpais.com/economia/2020-05-26/bruselas-lanza-un-plan-de-recuperacion-con-subsidios-y-prestamos-que-trata-de-conciliar-a-los-paises-del-norte-y-del-sur.html
-Maggi, F. (2012). La nueva crisis política en Italia. Factores políticos y económicos de una crisis de legitimidad. Cuadernos de Pensamiento Político. N°35, (Julio/Septiembre 2012), pp. 75-96, online: https://www.jstor.org/stable/23265790.
Mudde, C. (2007). Populist Radical Right Parties in Europe. Cambridge University Press.
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